martes, 13 de enero de 2015

Biombo gris



Cuando murió mi nana
y me mudé a la negación
no debí volver,
no debí salir,
ni debí volar.

Nada parecía real,
era como una mala broma
hasta que vi
el biombo gris
rodeado de coronas gigantes
y ofrendas de gladiolas.

Mis ojos no reconocían otros ojos
mas luego surgieron los de mi madre
presos de desconsuelo
y yo salí de mi cueva segura
y dejé de estar a salvo
para descubrir el último beso tierno
que quedó atrapado en los labios de mi abuela.

Ella supo despedirse como siempre.



Selene Ortega
San José del Cabo
13 de enero de 2015