
Para Arturo Sodoma
El poeta sabe
que a la orilla del mar
no hay espacio para hacer de él mismo un desierto.
El espacio solo no existe.
A la orilla del mar
lo acompaña la arena
como las migajas del pan
de un desayuno pasado.
Lo asiste el sol,
quemándolo como lo hacen
los dedos femeninos que
recorren su piel.
El viento ya no besa su cara,
ahora lo lame, le musita
y le hace el amor lentamente
a cada instante.
El poeta no está solo
a la orilla del mar
mientras existan piedras
que lo recuerden.
Selene Ortega
Culiacán 2008
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