
Para Jorge Luis Ceyca Hernández
El viento trae sonido de sirenas
y rezos desorbitados pecho tierra.
Miedo en los gritos de mis ojos:
impensable-incontable-invencible.
Una bala:
debajo de las piedras
en el rincón más alejado.
Culiacán huele a sangre
y los segundos la convierten en desierto: tiembla:
se llena de muertos que no conoce.
El niño con todos sus tres años
le pregunta a su madre
por qué el parque es camposanto.
El siniestro añil se ve a pesar del sol.
Tamazula escarlata
cinabrio Humaya
y agua de plomo.
Tiñes tus labios de carmín nocturno:
Violenta Culiacán roja
Ardiente Culiacán roja.
Has elegido el color
sembrando muertos desolados
en la tierra lacerada de tu cuerpo.
Selene Ortega
Mayo, 2008
Culiacán
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